
Desde que la música se reproduce…
Bischofberger U (2025) De la madera al coltán (Arte digital con Paint, collage.)
El artículo “el estudio como herramienta composicional” de Brian Eno describe diversas transformaciones que se producen en la música originadas por su reproductibilidad, y en particular defiende una supuesta liberación de la música de las “pérdidas de transmisión” que se dan en los procesos por los que pasan los compositores tradicionales. Me lo ha señalado la profesora colaboradora de la asignatura de arte sonoro Lina Bautista como muy relevante, y presento aquí su resumen.
Desde aprox. 1900 se hace posible la reproductibilidad de la música, lo cual le da una dimensión espacial.
Esta reproductibilidad tiene varias implicaciones:
– La dimensión espacial: la reproductibilidad le da a la música una dimensión espacial. Ej. es cinta en un magnetófono, es archivo visual en Audacity).
– La posibilidad de la reescucha: el compositor cuida, a partir de ese momento, materiales que, tal vez, serían demasiado sutiles para una primera escucha. (Está claro que algo grabado puede ser analizado con más profundidad). Ej. la reescucha del jazz.
– El aspecto “desmontable”: el hecho de que la obra sea arrancada del lugar concreto en que se generó y sea reproducida en cualquier sitio. Ej. un audio que reproduce a Dylan cantando. Opinión: esta idea es importantísima para el arte sonoro y, creo, la base de la instalación, que es su modalidad más potente. Porque, contrariamente a la música, el sonido no se ha manejado hasta ahora como desmontable, y ese hecho, el poder poner el sonido de unos lugares en otros, le da una relevancia y una potencia insólita.
– Un vuelco para la historia de la música: al poderse acceder a todas las músicas, de cualquier tiempo y espacio, se abandona la línea europea. La música es, hoy, cultura casi universal, podría decirse, más allá de lugares y tiempos.
– Se abre el campo de la composición en el estudio. Se produce la ampliación del espacio de creación: se crea, como siempre, al inventar e interpretar, pero ahora se agrega otra fase a la creación: la manipulación en el estudio. Ver más abajo. Esto me sugiere que la posibilidad de manipular los audios de mis instalaciones.
Grabación en cinta
Al principio, la grabación en cinta intentaba ser lo más fidedigna posible, pero ofrecía opciones (cortar, adelantar, hacer bucles, invertir dirección…) nunca vistas antes.
El proceso fue el siguiente:
– Primero se grababa en una pista.
– Después en estéreo
– Después se añadió una tercera. A partir de este momento, ya no se considera la pieza como algo terminado.
– Se continúan añadiendo pistas hasta la actualidad, con hasta cuarenta y ocho pistas.
Consecuencias de lo anterior:
– Se abre el campo de la composición en el estudio.
– Se considera la pieza que llega como el esqueleto de la pieza.
– Compones en función de las facilidades que tienes.
– Pones, agregas, pruebas, cortas y construyes la pieza en el estudio.
Comparación de la situación anterior a la reproductibilidad con la actual
Artículo subrayado:
Opinión personal
Desde el punto de vista artístico, las producciones de este compositor no parecen ser demasiado brillantes teniendo en cuenta las condiciones extremadamente propicias que describe para sí mismo y para los compositores actuales. Por otra parte, la notación musical, la interpretación presencial humana y la dirección de orquesta no parece poder ser consideradas, en mi humilde opinión, sólo como “pérdidas de transmisión”: una de las tradiciones musicales más deslumbrantes de la historia humana se basa en esas supuestas “pérdidas de transmisión”. Por tanto, habría que revisar los conceptos en los que se basan esos enjuiciamientos.
Sin embargo, la primera parte del artículo es útil, subraya aspectos muy importantes de forma clara y sintética. La deslocalización de la música, además, me ha servido para considerar la instalación de arte sonoro como una forma de deslocalización del sonido. E incluso me ha servido para pensar la instalación artística de este modo de una forma muy concreta, aunque, por supuesto, se ha producido un salto cualitativo tan importante en los últimos tiempos que este información, incluso continuando en esta esfera ajena a la reflexión filosófica seria sobre el arte, ha caducado.
Para una opinión más amplia sobre los conceptos vertidos en esta entrada, me remito a una importante reseña del texto Teoría Estética de Theodor W. Adorno, que he recogido, junto con una descripción de la vinculación de la personalidad autoritaria y la estética puramente formalista en el terreno musical en esta entrada:
https://ubischofbergerv.folio.uoc.edu/2025/06/24/satoris-mal-digeridos-en-un-supuesto-arte-sonoro-con-mayusculas/
Es muy relevante ver cuáles son los referentes teóricos de los colectivos que, con un fanatismo digno de estudio (cualquier fanatismo es siempre digno de estudio, sobre todo cuando es puramente mimético) se aproximan, o mejor sería decir “se funden”, con algunas tendencias musicales.
Bischofberger U (2025) Jamás os atreváis a despreciar a una guitarra (Arte digital con Paint, recorte del collage de la portada.)
Bischofberger U (2025) De la madera al coltán (Arte digital con Paint)
Bischofberger U (2025) Águilas en el vacío: recorte de collage (Arte digital con Paint, recorte del collage “denuncia de un satori mal digerido”)
PD. Cuando cobre la extraordinaria, iré y me compraré una guitarra. Cejilla, diapasón, funda, metrónomo, partituras, todo. Gracias, vida, que aprendí música. Avanzaré muy poquito, tocaré una cuerda, resonará en mi habitación, recordaré una canción, el acompañamiento, las posturas, el punteo. Tenía diecinueve años cuando empecé, ya era demasiado mayor, pero me dio igual. Cuarenta y tantos años después, retomaré la música, con el inmenso respeto que se merecen esas maravillas, una nota dibujada, un pentagrama, un instrumento tallado en madera, esos regalos hechos de generación en generación que nos da a todos el sólo hecho de haber nacido en lo que llamamos “humanidad”.
Incluso creo que, si en algún momento contactamos con vida inteligente que no es humana, que ocurrirá, no habría que emitir mensajes. Creo que les regalaríamos una guitarra española.
Y cuando me vuelva a ocurrir cruzarme en el parque con dos adolescentes estrenando amistad, riéndose de sí mismos al canturrear -y criticándose porque “no suena bien”, volveré a sentirme triste, casi a llorar, esa es la verdad. ¡Devolver las canciones a las voces que empiezan! ¡Hacer sonar guitarras en todos los rincones!
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